El pasado jueves 19, como cada tercer jueves del mes de noviembre, se celebró el Día mundial de la Filosofía.

La UNESCO propuso en 2002 que al menos una vez al año volcásemos nuestro centro de atención sobre la importancia que tiene, no sólo la educación, sino un tipo especial de educación:

El Día Mundial de la Filosofía se estableció para destacar la importancia de esta disciplina, especialmente de cara a la gente joven, y también para subrayar que «la filosofía es una disciplina que estimula el pensamiento crítico e independiente y es capaz de trabajar en aras de un mejor entendimiento del mundo, promoviendo la paz y la tolerancia.»

Cuando en clase trabajábamos la idea que subyace en este acto simbólico mucho de ellos, los alumnos, veían la escuela en la que Calasanz creía. Una escuela que no pierde de vista la formación académica y humana de los niños, que sienta las bases del tipo de hombres que dentro de 20 años serán los responsables de decidir hacia dónde queremos marchar.

Reflexionando en torno a ello con los alumnos de Bachillerato, y sobre todo gracias a Joaquín, uno de nuestros alumnos de 2º, surgió la idea de manifestar nuestro convencimiento de que la Filosofía debía ser uno de los pilares fundamentales en los que educar a las generaciones del futuro: pensamiento crítico y autocrítico, inconformismo, tolerancia, perspectiva, respeto a la palabra… un mensaje a las generaciones del futuro, que quién sabe, quizás, nunca aprendan qué era eso a lo llamaban Filosofía.

Pensando en ellos, cada uno de nuestros alumnos de bachillerato ha escrito un mensaje explicándoles cómo se sienten hoy y cómo era estudiar Filosofía hoy.

Para vosotros, alumnos Escolapios del futuro, que aún no habéis nacido, con nuestros mejores deseos, nuestra Cápsula del Tiempo.

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