“Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas”

José Ortega y Gasset

Más allá de que en los planes de estudios las distintas reformas educativas añadan o resten horas o materias propias de la Filosofía a los itinerarios de estudios, la educación está falta de Filosofía.

Despertar la curiosidad e interés de nuestros alumnos es nuestra responsabilidad y debería ser nuestro compromiso, el de familias y docentes. Porque la Filosofía, además de estudiarse, se practica.

La capacidad de asombro nace con nosotros, por eso necesitamos una educación que se aproveche de ello y la fomente.

El deseo de entender el mundo que les rodea. La búsqueda de respuestas a preguntas que quizás nunca lleguen a satisfacerse plenamente. El inconformismo ante una sociedad que ofrece demasiadas respuestas y muy pocos instrumentos para distinguir las buenas de las malas, las verdaderas de las falsas.

Que lleguen a desarrollar un pensamiento crítico y autocrítico, maduro y responsable, es lo que les ayudará a crecer con la autoestima intacta más allá de los halagos y los LIKES: Aceptar la realidad, capacidad de escucha activa y empática, asertividad, respeto…

Y todo eso frente a la inmediatez y superficialidad en su día a día, la frivolidad y el culto a la individualidad mal entendida. Frente a los discursos vacíos y totalitaristas que nos amenazan. Al relativismo moral y al utilitarismo que lleva a querer a las cosas y usar a las personas. En esa lucha andamos cada día.

Por eso el Día mundial de la Filosofía. Porque es necesaria e inevitable. Porque en el propio debate sobre su utilidad ya se encuentra escondida la propia esencia de la filosofía. Porque merecen la oportunidad de pensar por sí mismos.

Juanjo Martín

Profesor de Filosofía

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